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  • Alumnado del Colegio Caude

Es raro ir al médico sol@, es así.




Los adolescentes somos un grupo con unas características propias. Cercanos y acostumbrados a convivir con Internet, la vemos como una fuente de información más privada que la entrevista persona-persona. Las redes sociales, por su rapidez, la facilidad de acceso y gran cantidad de información, ha sustituido de hecho, en gran medida, a la transmisión verbal de información tradicional. Pero la red pone a nuestra disposición múltiples canales de información sobre salud, que incluyen falsos mitos y tratamientos.


Según la revista AP, Atención Primaria, que publica trabajos de investigación relativos al ámbito de la atención primaria de salud, y es el Órgano de Expresión Oficial de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, los jóvenes buscan información sanitaria sobre todo en internet, es el más fácil acceso, el más privado, donde se puede preguntar todo, pero solo en un 12% de los casos se acude a webs médicas especializadas. Según sus publicaciones, los adolescentes buscan información sobre cáncer (89,9%), adicciones (67,7%), ITS-VIH (49,6%) embarazos/anticoncep


ción (21,5%), enfermedades mentales (40%) enfermedades cardíacas y diabetes mellitus (53,6%) y trastornos alimentarios (39,3%). No solo eso, un 70,7% cambian de conducta por la información encontrada y prefieren usar Internet por rapidez (34,8%), por privacidad (15,8%), por fiabilidad (13,6%) y por tener acceso a mucha información (17,6%).


Prevención, accidentes, violencia, drogadicción, alimentación, relaciones sexuales, autoestima, abuso de las nuevas tecnologías y RRSSS…Buscamos información con relación a la apariencia física, enfermedades, nutrición, piercings, tatuajes, fitness, sexualidad, drogas o salud mental; además, creemos


lo que encontramos hasta el punto de hacernos cambiar de opinión o de planes. La verdad es que nos haría falta un “filtro de calidad” para acceder a este tipo de información, que nos permitiera juzgar la fiabilidad y la solidez científica de estas fuentes.

Los médicos lo saben y les preocupa. Hemos podido hablar sobre esto con Clara Martínez Miguel, médico de familia y exalumna del Colegio Caude. Precisamente su tutor del MIR, Francisco León Vázquez, sabía mucho sobre esto, ya que pertenece al grupo Lex Artis de la Somamfyc, la referencia en la comunidad de Madrid para los aspectos legales y éticos de la práctica médica. Para ellos, la atención a jóvenes entre 12 y 18 años genera a veces conflictos y dilemas importantes: por un lado la intimidad del menor, su derecho a ser informados y tomar decisiones de forma autónoma y por otro, el derecho de los padres y la patria potestad, ambas a veces, chocan e incluso, pueden perjudicar al adolescente, o al revés. ¿Qué debe primar? ¿Pesa más la opinión de los padres o el adolescente es el dueño de sus propias decisiones?


La mayor parte de los conflictos de este tipo se resuelven hablando y aplicando el sentido común, pero en algún momento, puede ir má


s allá. Los médicos tienen claro que el día de cumplir 18 años no te conviertes automáticamente en una persona adulta y capaz de tomar sus propias decisiones, es un proceso que lleva tiempo: los límites rígidos de edad de sus pacientes, no lo son tanto para un sanitario. Puedes ir a tu centro de salud con toda la confianza de que los profesionales de la sanidad y/o los trabajadores sociales te atenderán, te escucharán respetando tu intimidad y tu derecho a ser informado en todo momento de tu historia clínica. El interés del paciente está por encima de todo.

Lo mejor siempre es tener el apoyo de nuestra familia, que nos arropa y nos protege, pero hay algunas cosas referidas a nuestra propia salud que quizás nos hemos planteado alguna vez y no hemos hecho porque no sabemos cómo. Nos pasa, casi siempre infravaloramos los problemas relacionados con la salud o no le dam


os la importancia que realmente tienen. Además, nos asusta la burocracia y los papeles, no tenemos la confianza suficiente para hacer ciertas cosas solos.


En la legislación actual, aunque básicamente eres un niño hasta tu mayoría de edad (hay leyes para la protección de la infancia, pero poco se habla de los jóvenes y/o adolescentes) , aplica, con algunas lógicas excepciones, la Ley de Autonomía del Paciente, que reconoce la edad sanitaria a los 16 años: eso quiere decir que a partir de ese momento podemos recibir atención médica sin tener que estar acompañados de nuestros padres. Pero además, y es algo que nosotros no conocíamos, a los 14 años puedes acceder a tu historia clínica sin consentimiento y desde los 12 años existe la figura del “menor maduro”, aquel que tiene capacidad intelectual y emocional suficiente para comprender lo que un médico le explica y le propone, y por tanto, puede prestar su consentimiento sin necesidad de estar complementado por el de sus padres: el médico, entonces, se convierte en el “experto” que debe decidir sobre esa capacidad.




Así que, tranquilos y tranquilas, no vamos a encontrarnos con un muro de incomprensión. Y, ¿dónde podemos ir? Pues lo tenemos cerca y hay varios lugares del sistema de salud pública donde acudir, dependiendo de qué necesites: especialistas en el hospital; médicos de familia, enfermería o trabajadores sociales en los centros de salud de Majadahonda, psicólogos y diversos profesionales en el CAID.


En la avenida de Guadarrama, 34, tenemos el centro de apoyo y encuentro familiar, CAEF, y colaborando la Cruz Roja y el Ayuntamiento, está ATENPRO, para cuestiones relacionadas con la violencia de género (sin olvidar, claro, que el 016, de información, de asesoramiento jurídico y de atención psicosocial inmediata por personal especializado a todas las formas de violencia contra las mujeres está también ahí para ayudar).

Los profesionales no van a desaprovechar la oportunidad que le da tener a un adolescente en su consulta y ganarse su confianza y ofrecerle una atención sanitaria de calidad. Cuando algo va solo regular, tenemos la posibilidad de hacer las cosas bien, vamos a ello.

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